lunes, 18 de mayo de 2009

delirios...

Todo está tan frío a mi alrededor. El sol ya no calienta como antes, sus voces no son las mismas. Estoy cambiando, ¿o será el mundo?. Tal vez la demencia escondida en ese rincón recóndito de mis neuronas esté surgiendo de su tormentoso recinto oscuro, oculto. Revelarse. De que me sirve revelarme, si ya no he impuesto esa autoridad. Mi personalidad es una imagen loca y atrevida,culta y calmada, frío y calor, sanguinaria pero feliz. Que más compleja puedo estar en un momento así. Ellos no me entienden. El mundo jamás lo entenderá. Pero sigo con la esperanza candente en mi corazóon, es la llama que quema el dolor, es la señal para el que vendrá. Y ese frío que me inunda, que me ahoga el alma. Pero amo ese dolor, porque se que es parte de mí. Sufrir ya es parte de todos los días dentro de mi espíritu y mi escencia ya no pega ese grito ahogado de dolor al verle el rostro, ya no aulla como un perro, ya no se estremece ni se recoge entre sus brazos por sus lamentos. Ya me acostumbre, esta vida me hizo dura, fría pero inocente a la vez. Desconfiada, porque sé que el mundo es una traición pero aún así lo disfruto cínicamente. Él me enterró una estaca en el corazón bombeante de sangre, de amor que sólo derramaría en sus caricias, en sus besos. Porque yo era toda suya, yo era su elixir, era su vida. Pero él se suicidó, el mató a la mujer que más lo podría haber hecho feliz. No se compadecío de mis lágrimas, de mis manos frías como el hielo de su corazón que limpiaban cadagota de mis mejillas, él no me socorrió. Y ella, ella me traicionó. Ella le habla al oido, como lo hacía yo. Yo la quise, la adoré, y la admiré. Pero ahora me da lástima, lástima de su ingenuidad, de su inocencia sucia por las manos de áquel. Aquel ser orgulloso, con la frente siempre en alto, no apto para su humilliación, no apto para pedir perdón. Pero ellos, aquellos que de su amor, ese amor pasional y prohibido, engendraron a la criatura más rara en el universo. Aquellos que me
vistieron, me acariciaron y que ahora con su distancia me hieren. Los altos de
la vida, la cambiante vida, me han transformado en un ser temperamental. A
veces llena de odio, contra aquellos aprovechadores, contra aquellos que me
hicieron perder a costas de la mujer que amor, ella que me enseñó de la vida,
ella que me tuvo en sus brazos. Pero está vendada ¡ay Dios, si que está ciega!,
pero aún así la amo, porque ella es la única que me acepta con mis demencias,
con mis delirios, delirios que sólo el amor, podría estancar. Derivados del dolor del pasado, del perfume amargo y cargante de su cuello, del sonido de sus
gritos peleando, de las carcajadas de ellos al verme pasar, de la ignorancia, de
la indiferencia a lo bello de las letras, de ellos, ellos que nada saben y creen
saber todo al maltratar. A ellos, dolorosos delirios, al aprovechador, al abusador,
a ellos, que todo tendrán con dinero y nada con el corazón. A todos ellos, les dedico, mi más profundo dolor...