viernes, 19 de junio de 2009

II parte de "esas vueltas de la vida"




luego le propinó una sonrisa con bastantes emociones. Mucho dolor, recuerdos, aroma a pasado florecieron en su rostro. Sacudió la cabeza y le respondió la interrogante.


- No Alfonso, yo ya no te quiero. Te olvidé por completo- mintió- Así que puedes hacer tu vida con quien quieras- repuso mientras miraba disimuladamente a Mariela- no te preocupes, las heridas con el tiempo sanan, pero que va, tú nunca te interesaste en mi dolor, ¿Cierto?, ya no es tu problema.


- Se nota que aún me quieres Lucía. Sólo que yo era demasiado bueno para tí. Es mejor así. Puedo disfrutar de muchas cosas mejores en la vida.- Una expresión de orgullo, vanidad y desprecio asomó en su rostro con los ojos ardientes de júbilo, llenos de argumentos y de autoestima demasiado elevada.


- Quédate con tus opiniones irrazonables. Bueno, me tengo que ir, adiós Alfonso. Espero que sea la última vez que nos veamos.


- No me digas adiós, muñeca, sabes que volveras de rodillas a mi, como un perro. Pero tu me desechaste y nunca demostraste nada "concreto". Tengo muchas más oportunidades que tú.


- Vete al diablo- masculló entre dientes Lucía y se fue caminando más lento de lo que venía. Escuchó unas risas detrás de ella, pero no tomó en cuenta la crueldad ni la inocencia disfrazada de Alfonso. Sabía que la vida tenía muchas vueltas. Para ella ya había sido demasiado sufrimiento, ya no podía más. Los resentimientos de su ex, aún no los olvidaba. Pero no es que lo siguiera amando, a un ser tan despreciable y frío como él, no se le era posible seguir queriendo. Pero no podía olvidar las heridas, el dolor, esa úlcera que atormentaba sus entañas día a día, que estaban pegadas a la escencia de su ser, como si hubiera nacido de ahí. Reflexionó durante bastantes horas el tema, hasta que llegó a la misma conclusión de siempre. Alfonso era un idiota, no cambiaría jamás, por nadie ni si quiera por amor. Las últimas palabras del chico, confirmaron una vez más su estupidez y su falta de neuronas en su pequeño cerebro. No porque ella no haya querido tener relaciones de grados más altos, iba a significar que no lo quisiera. Ella lo quiso más que a nadie en el mundo, en ese entonces, sentía que tanto sacrificio tanto adorar a un ser humano, era inútil. Sonrió para sus adentros con dolor, dándose cuenta de lo tonta que fue al no percatarse de que lo único que quería Alfonso era sexo, maltrato de su parte, que hicieran su voluntad: Lucía, daba gracias a Dios ahora por haber tomado la decisión de alejarse de él, de terminar con el demonio en persona. La lástima que alguna vez pudo inspirarle, era lo único que quedaba ahora. Pero en estos momentos se trataba de la pena que sentía por su estupidez, su idiotez, su bajo rango como persona. Acompañado de odio, ira y dolor, habitaban su corazón.


Se bajó en un paradero cerca de su casa. Pasó su vecino, Roberto muy cerca de ella, casi rozándole la mano.


"Era seis años mayor que ella, practicamente lo veía como un
adulto y ella se sentía como una niña de sala cuna frente a su imponente
personalidad. Irradiaba solemnidad."


Tal vez era su madurez, o era especial, pero siempre daba la sensación de que estabas hablando con alguien de diferente grado tuyo, o simplemente anormal en el buen sentido de la palabra. Lo saludó con un asentimiento con la cabeza, procurando que no notara lo rojo de sus ojos. No sabía si se trataba más bien de la ira, del odio o de las lágrimas. Roberto la quedó mirando durante unos segundos, observó su cuerpo tembloroso por la reciente situación, su pelo negro desordenado sensualmente por el aire que corría y sus ojos con lágrimas casi invisibles. Luego respondió el saludo algo confundido, por la belleza que acababa de encontrar, recién ahora, a la pequeña niña que conocía desde los seis años.




Lucía también sintió una rara emoción. Sintió que los colores se le subían al rostro y que había dejado de temblar y de llorar. "Este hombre tiene algo mágico", pensó para sus adentros.


Llegó a su casa y afortunadamente su padre no se dio cuenta de nada, debido a la mirada del hombre que vio cuando se bajo del micro.


- Lucía ¿me pudes decir donde andabas?- Reclamó su padre indignado por el atraso de la niña- Ya iba a llamar a los policías para que me ayudaran a encontarte.


-Papá, no te alarmes. Sólo quería visitar mi colegio antiguo y ver a mis amigas. Sabes que las extraño mucho.- Explicó con calma, rara vez lo hacía.- Además, ¿Qué podría pasarme en un recinto cerrado?


- ¡¿Qué que podría pasarte?! COMO NO TE ACUERDAS DEL IMBÉCIL QUE EL AÑO PASADO TE DEJO CASI MURIÉNDOTE DE LA PENA A LAS AFUERAS DE SU CASA, SIN NADIE QUE PUDIERA IR A SOCORRERTE DE LAS LÁGRIMAS NI DE LAS HERIDAS QUE SUFRISTE CUANDO TE ECHÓ DE SU CASA. - Le recordó su padre. Era verdad, el día en que terminaron estaban en su casa y a Alfonso se le estaba pasando la mano en el dormitorio. Entonces Lucía se alteró y le propinó unas bofetadas y unos gritos, diciendo que ya estaba cansada. Alfonso la tomó fuertemen de un brazó y casi la tira por la escalera, tomó su mochila, la tiró al pavimento afuera del hogar y luego la lanzó contra el piso de cemento gritándole que no le servía para nada y que no era lo suficiente para él. Lucía recordó como dolor esos momentos en su mente y luego desaparecieron como había hecho en sus auto terapías propias para olvidar recientemente.


- Ya lo sé papá, lo siento- Además de los recuerdos, le dolían bastante los gritos de su padre y su devalorización que a veces expresaba con su hija. El hombre, exhausto por los gritos, se sentó en el viejo sillón de cuerina y respiró profundo. - Hija, sólo quiero que no te vuelvan a dañar. Sabes que no lo soportó. Eres el único recuerdo que tengo de tu madre y no quiero perderte, tesoro.- Añadió en tono de disculpa. A pesar de las peleas o discusiones con él, Lucía sabía que tampoco podría vivir sin su progenitor. Era todo lo que tenía y también todo lo que le quedaba de su madre. Lo amaba con ese calor de hija única, que si lo hubiera perdido habría perdido también todas las razones de vivir. Era el único hombre, en su opinión hasta ahora, que merecía el cielo. Sebastían, su padre, le acarició la mejilla y luego le dio un tierno beso en la frente.


- Yo también te quiero papá- Le dijo Lucía corriendo escaleras arriba para que no la viese llorar.


Se miró en el gran espejo de la habitación, diez minutos después. Limipió sus ojos de las lágrimas y se peinó el cabello.


- Me las vas a pagar Alfonso, juro que me las vas a pagar- Y las lágrimas volvieron a brotar sin permiso.


CONTINUARÁ...

martes, 16 de junio de 2009

I parte de "esas vueltas de la vida"


Era jueves por la tarde, y Lucía ya no tenía nada que hacer en ese lugar. Se había pasado gran parte de su vida corriendo, escapando de luchadores imaginarios, inventando felicidad infantil. A sus actuales quince años sabía que nada por lo que había sonreido en su infancia era realidad. Para muchos, prefiero no generalizar, la adolescencia es un paso adelante. Para otros, atrás.

Es increíble como de un repente saber DEMASIADO te puede afectar al corazón, y a la mente.

Esta compañera de historia, era bastante particular. A pesar de que, dependiendo del punto de vista de sus amigos o compañeros hombres, era muy hermosa, nunca nadie se fijo en ella más que como entretención o una amiga de verdad, de esas que son muy escasas hoy en día.

Lucia supo mucho en pocos días, y en pocos años. Las noticias, fueron llegando de a poco, pero demasiado letales para el alma. Cuando cumplió trece años, sus padres la llevaron de vacaciones a Cancún. Perfecta estancia. Cuanto le reconfortaba, saber que conocía lugares hermosos, fantásticos, experiencias para contar luego a sus hijos, y claro a sus amigas. A la muchacha le importaba bastante su imagen física y psicológica, siempre fue tan vanidosa, que quizá por esas vueltas de la vida, vino todo lo que debía traer el río del dolor.

El avión se demoró bastante, Lucía esperaba impacientemente sentada en la butaca para ejecutivos, primera clase, lo único que deseaba en ese momento era una playa, sol y aguas cristalinas. Nunca pensó que su personalidad daría un vuelco impresionante en tan sólo unas horas. Llegaron en la mañana de un viernes, e inmediatamente, disfrutó de las ventajas de hija única , traspasando los parámetros de convicción. Basto sólo una sonrisa para que sus padres accedieran a la entrada inmediata en la playa. Su madre la ayudó con sus bolsos y trajes de baño, mientras que su padre miraba desde el umbral de la puerta del baño de la habitación "amo mi familia sobre todo, no sabría que haría sin estos dos hermosos tesoros que me regaló la vida". Tomaron un taxi y se adentraron en las hermosas playas de Cancún.

Juegos, risas, alegría. Siempre había sido así entre los tres. No faltaba nada, nunca fueron carentes de ni una emoción ni objeto material. Lo tenían prácticamente todo. Lamentablemente nada es eterno en la vida.


- Mamá, sólo un momento por favor

- Lucía, sale del agua. Te van a venir calambres hijas, no podremos volver mañana si sigues así.

- Por favor mamá, tú sabes que en nuestra ciudad no existen aguas tan tibias


Propinó una sonrisa algo cínica. Su madre algo enojada se adentró en el mar, pero su hija nadó astutamente hacia el fondo. La joven mujer trató de seguirla, pero algo pasó en su corazón. Sintió que ya no quedaba un gota de energía en su cuerpo, que todo se volvía negro y oscuro, todo se paralizaba. La niña, pensando sólo en un juego como lo hacía desde pequeña, echó un vistazo por encima del hombro, cuando se dio cuenta de dos hechos importantes que marcarían toda su vida. Una visión borrosa, por las lágrimas, de su madre que flotaba sobre la maldita agua que ella tanto había deseado, esas aguas cristalinas, ahora cubiertas de sangre de la persona más importante de su vida, y su padre, pálido como la blanca arena de la playa, corriendo y pidiendo ayuda como un loco.


Mientras caminaba por el pasto mojado de su antiguo colegio, Lucía, ahora de 15 años, recordaba este acontecimiento y unas lágrimas con sabor a pasado empezaron a dibujar su perfil. Unas imagenes de su primera "relación" empezaron a aflorar en su mente ya cansada.

El no era ninguna maravilla, pero aparentaba un corazón de oro. Luego de la muerte de su madre, Lucía se había vuelto bastante sensible, menos vanidosa y más humilde frente a los ojos de la vida. Ahora sabía que no era justa ni fácil. Olvidó casi todos los juegos infantiles y los remplazó por lágrimas y leves lapsos de depresión, los cuales fueron atendidos inútilmente por psiquiatras. Alfredo era el nombre de su próximo verdugo. Algo cambiante, orgulloso, pero muy acorde con la nueva personalidad de la chica. Tenían muchos gustos en común y disfrutaban de la misma música, comida, etc. Se volvieron como hermanos, y después de un tiempo, algo más. La verdad es que el chico nunca fue cruel ni nada por el estilo, hasta que las voces de otros lados lo empezaron a influenciar. Sus malos tratos psicológicos hacia Lucía, sus insoportables celos, la lejanía que tuvo la muchacha con sus amigos, debido a la manipulación de Alfredo. La dependencia a sus emociones, a sus reacciones. El cambiante humor del muchacho igualmente que los trastornos de ambos, lo transformó todo en un amor enfermo, dependiente y manipulado por él. Cegada durante unos meses, se dio un cuenta un poco tarde. Todo terminó tan mal, tan agresivamente, que las secuelas psíquicas de la muchacha nunca cicatrizaron frente a nada. Desde ese momento las peleas constante con sus padres fueron un calvario, los distintos cambios de humor, el culto a lo oscuro, ya que de esa forma era su vida ahora.

Reflexionando sobre el dolor de crecer, las ansias por llegar a la madurez total, tropezó con un par de zapatillas que conocía perfectamente. No quiso levantar el rostro para que el dueño de las converse no viera su rostro pálido por el asombro, verde de la rabia, morado de verguenza, rojo de timidez. Se había retirado de colegio a fines del año pasado, pero aún le dolían las heridas que le había propinado el ser repugnante que tenía al frente. Giró el rostro a la izquierda y vio un par de botas con tacones que le eran perfectamente desconocidas. Subió el rostro y se encontró con la pesadilla. El pálido rostro de su ex, era perfectamente más hermoso que antes. No supo como había cambiando tan radicalmente, pero lo cierto es que ahora estaba mucho más guapo. Sus opacos ojos verdes habían desaparecido para convertirse en unas relucientes perlas verdosas pardas que combinaban con su pelo negro azabache brillante reluciente por la lluvia de invierno. Sus manos largas y musicales sujetaban una delgada y morena, nuevamente levantó la vista y la observó. Era alta, y muy delgada, detras de su morenez se ocultaban dos pequeños ojos azules y el pelo oscuro, casi tan oscuro como el de Alfredo. A pesar de que su rostro no era una maravilla, sus curvas si lo eran. "claro, siempre criticó que fuera tan desproporcionada y que no le sirviera para su fin machista" pensó para sus adentros, luego le descargó una mirada de dolor y odio.

- Hola, Lucía- Le sonrío cínicamente el muchacho, mientras alzaba levemente las manos enlazadas, como quien alza un trofeo frente a una envidiosa audiencia.

- Hola Alfredo- Respondió secamente la muchacha. Alfredo pasó su mano por la cintura de la chica desconocida mientras miraba con cierto gesto de asombro a Lucía. "también ha cambiado" reflexionó en su fuero interno. Llevaba un abrigo negro y largo con unos jeans rotos en la rodilla. El escote le hizo recordar buenos momentos y sonrió con ganas pero a la vez con disimulo. Llevaba botas bajas, negras y el pelo ondulado castaño oscuro, contrarestando con su blanca piel y sus ojos miel. Estaba más alta y más delgada. Menudo cambio. Él era mucho mejor, se recordó.

- Ella es Marianela, mi novia.

- Hola.

Marianela no respondió al saludo ausente, al parecer ya se le hacia conocido el nombre "Lucía.". Giró el rostro para no tener que mirar el rostro y sólo asintió en señal de cortesía.

- Y... que andas haciendo por estos lados, o se te olvidaron tus amiguitos de reserva para cuando yo no estaba.

Lucía le miro con dolor y furia, teniendo que contener su mano para no propinarle un bofetada.

- No, sólo buscaba el hopital psiquiátrico donde te habían internado, pero veo que nunca falta la enfermera prostituta que se va con el paciente para mejorarlo a domicilio.

Ambos sonrieron desafiándose. Alfredo cayó en la cuenta de donde estaban parados. Recordaba ese rincón donde pasaron tantas mañanas con su ex, sabía que aún la quería, pero el orgullo era más fuerte y tenía un buen partido al lado así que sacudió la cabeza y se aferró más a la cintura de la nueva. Lucía río y movió la cabeza como adivinando lo que él estaba pensado.

- En realidad vine a visitar a Julia y Martina. No me contaron mucho de tí ¿Sabes?. Aunque tampoco me habría interesado

- No seas falsa, niña. Sabes que aún no me olvidas.

Para Mariela la conversación estaba resultando bastante tediosa. Se sentía como un juguete de celos, a Lucía le recordó sus emociones pasadas y en las mismas situaciones. La miró con compasión.

- Siempre con tu orgullo.


CONTINUARÁ....

lunes, 8 de junio de 2009

Mundo mío, A dónde has ido?


Donde estás?, luz solar, luminosa, candente y eterna

donde estás? Felicidad, lejana y arcana, carcomiendo mis ansias

Donde estás? Plenitud del alma, pura blanca y sin pasado

Donde estás? Palabras que fluyen, sin causar dolor alguno

Donde estás? Silencio cómodo, ese que es de paz y que en las calles ya no hay

Donde estás? Civilización emocional, progreso del corazón, interconectividad de la razón

Donde estás? Apoyo a la política del corazón, a sus partidarios, los sentimientos, a su uso de amor

Donde estás? Vida mía, no te encuentro, estoy vacia, dentro de mi propio cascarón....



Cada día me sorprende más el mundo vacío, se ve tan carente de esperanzas. Y no es por la falta de desarrollo ni la injustica a la que me refiero. La gente, aquella que tenía sentimientos, ahora los posee en la más mínima proporción. El individualismo es eterno en esta agonía llamada "modernidad", y al fin y al cabo, todos caemos en la misma influencia, por proteger nuestra salud mental y emocional. Es así como nos convertimos es amantes del celular, de nuestros dormitorios, esclavos de los gritos, de los maltratos y las incivilizadas conversaciones de hoy en día. Somo esclavos de nosotros mismos, de nuestros hábitos. La belleza que antes veiamos en las pequeñas cosas, hoy, la aporta las grandes cosas, pero huecas e inutiles para el alma. Pensamos tan superficialmente, nos dejamos llevar por lo que dicen, lo que buscan y sus rostros, más que deducir, analizar y etiquetar a la gente para bien, más que para mal. El egoismo eterno del ser humano, más la comodidad y la busca de bien propio, es lo que mata el mundo hoy en día. Y para que hablar de la falta de mentes abiertas, a la diversidad, aceptan caminos de política, de guerras, pero no se conmueven al ver una pareja de gays tomados de la mano, invirtiendo amor al mundo, que tanto lo necesita, si no que lo marginan. Es la falta de criterio y análisis. La falta de razón emocional ha ido decayendo por la razón mental.

Esperemos que el mundo se salve, las personas cambien, o se extingan al fin, para darle paz a los que realmente lo merecen: Otros seres vivos, que viven en comunidad, con respeto y amor.

domingo, 31 de mayo de 2009

Morir de amor




Morir de amor, es sentir que todo se resbala entre tus manos, que como las gotas fluyen en el pétalo de flor, la vida escurre en el corazón


Morir de amor, es padecer eternamente entre las agujas del hielo y la indiferencia, es padecer entre el terror de perderlo y las ansias de volver a verlo

Morir de amor es sentir que ya diste la última gota de esperanza, como también ya lloraste la última lágrima la cual la necesitabas ahora


Morir de amor, es sentir que se detiene el bombeo del corazón del alma y se para la respiración del espíritu acalambrado del dolor


Morir de amor, es llenar el vacio del alma, con el más doloroso ardor de todos los infiernos habidos y por haber.


Morir de amor, es sentirte hueco por dentro, sentir que todo lo que tenía su lugar se desvaneció dejando un espacio inconcluso, ni siquiera suficiente para el dolor


Morir de amor, es desfallecer sin tener tiempo para contra argumentar, para debatir contra tu propia mente deformada por la dolencia


Morir de amor, es sentir que ya no puedes siquiera tomar su mano otra vez, que ya no será esa mano la que te baje los ojos cuando el corazón se te congele


Morir de amor, es pensarlo por última vez, tratar de simular que está ahí, pero aún sabiendo que sólo es el triste y recóndito fantasma del pasmoso pasado


Morir de amor, es saber que el mayor daño te lo hizo aquél por el cual ahora te sientes taciturno y quebrado por dentro, pero aún así, lo sigues amando hasta el último soplo


Morir de amor, es saber que cuando tu alma dolida, destrozada cierre los ojos, seguirá pensando en sus manos, en su boca, en sus caricias, por lo tanto se transforma en una eterna tortura


Morir de amor, es creer que la ternura de los años, esa ternura que guardaba tan celosamente sus besos, se transforma en un masoquismo al quererlo y al amarlo, al anhelarlo y pensarlo


Morir de amor, es simplemente, lo que el corazón del demonio, lo que sus ojos disfrazados de cariño, me provocaron al tocarme, al besarme por primera vez


Morir de amor, es quitarme todo lo que me dio, de golpe y sin compasión...


quedé....
Convertida en hieloo!!!

miércoles, 20 de mayo de 2009

yo te curaré...



He escuchado en la interperie


las gotas resbalar por el viento


pies y chapusones en el suelo


en tu rostro, estampado el tormento




llegas a mi con los ojos rojizos


a lanzarte a mis brazos y encontrar


un poco de paz, de calmado regocijo

en mi regazo niño mío, puedes descansar




Yo te entonaré los más alegres versos


y como un gorrión, sursurraré en tu oido,


las cálidas palabras de aliento,


porque ese grito ahogado, se hace también mío.




El amor que tanto une, tanto destroza


mira como te ha desmembrado el alma,


por una tontería amorosa,


como en cada minuto, abandonas la calma.




Mira como lentamente, segundo a segundo


te desgarra las entrañas, es letal


ella es infernal, y te ha herido, te ha transformado


en algo sin sentidos, en un ser irracional




Ven, cariño mío, parte de mi escencia,


ven a compartir tu dolor con esta pobre loca,


que ahora ves mi desventurada demencia,


por una experiencia, semejante a la tuya, tormentosa




Y sé que crees que ese eterno infierno, es perenne


que la soledad y la locura, te van a invadir


pero tienes mi fuerza y mi soporte para vivir


yo me comprometo, a trazar mil sonrisas en tí




de esta pócima, de simple complejidad,


bebe un sorbo y conocerás la felicidad


de esta pócima que algunos llaman amor


de esta que cura hasta el más invulnerable dolor




Con un par de besos no bastará para curar,


para cicatrizar esas marcas del oscuro pasado


sugiero una vida eterna, pasional a mi lado


llena de tus erudiciones y mis locuras de verano




ven conmigo, soy tu hechicera


la única posible curandera en corazón destrozado


la que pegará y volvéra a construir


tu mundo recién derrumbado




Ven conmigo no tengas miedo,


yo soy blanco y negro, frío y calor


soy la princesa de lo temperamental


la dueña actual de tu corazón...


martes, 19 de mayo de 2009

ser elemental




Esta mañana el aire frío me acarició de nuevo mis mejillas blancas, pálidas por el cansancio. Ya no quiero más. Dormir es un tortura como vivir. Él pasa indiferente, frente a mí, con la mirada en alto. Él, que con su indiferencia e ignorancia frente a mis castaños ojos llenos de amargura, de dudas y confusión, va arrastrando los pies para sacudir con sutileza el peso escondido que carga. Esa tristeza, esa cruz de la cual no se puede desprender. Ahora la cargo yo, al ser parte de mi, de mi corazón, porque parece ser parte de mis entrañas, no se desprende, no se despega de mi escencia que clama pasión, que clama besos, caricias, muestras de amor. Mi alma es tan fría como yo, tan insipida como el sabor de los besos de aquel ser anterior, por el que derroché lo más puro de mi espíritu. Aquel que consigo trajo el dolor. Ese margen de vibración latente alrededor mío, que aleja al ser oscuro, mío y propio que me acompaña en mi mente y corazón cada vez que lloro, cada vez que dibujo una sonrisa en mi rostro demacrado. Aquel ser viviente que sólo con una palabra, sólo con una mirada encendió la intensa llama apagada por una avalancha de emociones confusas, que el anterior, distorcionó. Pero mi amor, es como una droga, mi propia penicilina él cura cada una de mis heridas, pero no borra cicatrices. Frente a cada una de mis fantasías, en primer lugar sus ojos, sus labios, su rostro. Tan lejano, tan utópico que ni mi mente llena de complicaciones podría alcanzar esos años luz que nos separan. Esa distancia psicológica que borraría con gusto de mis privaciones por sus manos. Eres carne, eres real, pero en mi mundo, en lo irreal de mi mundo, eres el inalcanzable místico y elemental amor que nunca podré llegar a tocar. Estrella mía, te contemplo desde mi tierra llena de agonía por no poderte si quiera hablar, si quiera que aproveches de mis más resueltas palabras de mi boca, pequeña y frágil como yo, como mi corazón. Y es que cuando te baje de es cielo tan lejano, vida mía, será como si tuviera un paraíso de bolsillo en medio de mis manos nerviosas y neuróticas. Escucharas los más dulces romances de mi boca, vertirlos en tus oídos, frágiles niño mío, como el lazo actual tuyo y mío. Tocaras una rosa en mi rostro, porque la metamorfosis se realizará en mí con tus besos, con tus labios pasionales, labios carmesies, esos más valiosos que cualquier piedra preciosa de cualquier lejano reino. Serán como las nubes de suaves, como el calor que no es cargante, esa suavidad ligera de poder simplemente...vivir. Que sensación más rara soñar, ya lo veo como en mi propia realidad, es mi propia pelicula, mi propia mentira. Soporte de mi existencia, razón de mi palpitar, eres mi agua, eres mi sol, eres mi ser elemental. Por yo se, que por más te trate de despedazar, de desgarrar, de quitar de mi ser, las memorias se han grabado, simplemente en mi refugio propio, mi mundo, mi oscuridad...

lunes, 18 de mayo de 2009

delirios...

Todo está tan frío a mi alrededor. El sol ya no calienta como antes, sus voces no son las mismas. Estoy cambiando, ¿o será el mundo?. Tal vez la demencia escondida en ese rincón recóndito de mis neuronas esté surgiendo de su tormentoso recinto oscuro, oculto. Revelarse. De que me sirve revelarme, si ya no he impuesto esa autoridad. Mi personalidad es una imagen loca y atrevida,culta y calmada, frío y calor, sanguinaria pero feliz. Que más compleja puedo estar en un momento así. Ellos no me entienden. El mundo jamás lo entenderá. Pero sigo con la esperanza candente en mi corazóon, es la llama que quema el dolor, es la señal para el que vendrá. Y ese frío que me inunda, que me ahoga el alma. Pero amo ese dolor, porque se que es parte de mí. Sufrir ya es parte de todos los días dentro de mi espíritu y mi escencia ya no pega ese grito ahogado de dolor al verle el rostro, ya no aulla como un perro, ya no se estremece ni se recoge entre sus brazos por sus lamentos. Ya me acostumbre, esta vida me hizo dura, fría pero inocente a la vez. Desconfiada, porque sé que el mundo es una traición pero aún así lo disfruto cínicamente. Él me enterró una estaca en el corazón bombeante de sangre, de amor que sólo derramaría en sus caricias, en sus besos. Porque yo era toda suya, yo era su elixir, era su vida. Pero él se suicidó, el mató a la mujer que más lo podría haber hecho feliz. No se compadecío de mis lágrimas, de mis manos frías como el hielo de su corazón que limpiaban cadagota de mis mejillas, él no me socorrió. Y ella, ella me traicionó. Ella le habla al oido, como lo hacía yo. Yo la quise, la adoré, y la admiré. Pero ahora me da lástima, lástima de su ingenuidad, de su inocencia sucia por las manos de áquel. Aquel ser orgulloso, con la frente siempre en alto, no apto para su humilliación, no apto para pedir perdón. Pero ellos, aquellos que de su amor, ese amor pasional y prohibido, engendraron a la criatura más rara en el universo. Aquellos que me
vistieron, me acariciaron y que ahora con su distancia me hieren. Los altos de
la vida, la cambiante vida, me han transformado en un ser temperamental. A
veces llena de odio, contra aquellos aprovechadores, contra aquellos que me
hicieron perder a costas de la mujer que amor, ella que me enseñó de la vida,
ella que me tuvo en sus brazos. Pero está vendada ¡ay Dios, si que está ciega!,
pero aún así la amo, porque ella es la única que me acepta con mis demencias,
con mis delirios, delirios que sólo el amor, podría estancar. Derivados del dolor del pasado, del perfume amargo y cargante de su cuello, del sonido de sus
gritos peleando, de las carcajadas de ellos al verme pasar, de la ignorancia, de
la indiferencia a lo bello de las letras, de ellos, ellos que nada saben y creen
saber todo al maltratar. A ellos, dolorosos delirios, al aprovechador, al abusador,
a ellos, que todo tendrán con dinero y nada con el corazón. A todos ellos, les dedico, mi más profundo dolor...